Lo primero que escuché de ella fue que Clive Owen protagonizaría una serie donde haría de médico drogadicto, lascivo y racista de principios de siglo XX. “Ya tenemos otro actor de cine que quiere ganar prestigio en televisión con un especie de “House” cambiada de época para que no se note el plagio”, pensé. Pues, no. El Doctor Thackery es drogadicto, lascivo y racista (aunque hace una excepción con las prostitutas orientales) pero su personaje no tiene nada que ver con el de Hugh Laurie. La serie se centra en los trabajadores del hospital The Knickerboxer, un centro real que existió en Harlem hasta 1979, y retrata con crudeza cómo se realizaba la medicina en aquellos años. Retrata a los cirujanos como una mezcla entre carnicero y carpintero. Sorprende la documentación médica de la producción: desde el libre uso de la cocaína como anestésico a lo “aséptico” de las operaciones (sin guantes y en espacios abiertos al público que quisiera asistir).
Otro aliciente para ver la serie lo encontramos en la dirección. El mismo Steven Soderbergh ha dirigido todos los episodios. Sí, todos, 10 por temporada. Porque lo normal en este tipo de producciones es que el director estrella dirija dos o tres episodios y ceda el testigo. Soderbergh no lo hace y le otorga un estilo propio a algunas escenas que magnifica el resultado. Ojo también a la banda sonora, con ritmos modernos combinados con una ambientación perfecta.
Por último, destacar también los personajes secundarios, encabezados por la enfermera Lucy (Eve Hewson) que, sin adelantar nada de la trama, brilla en la escena en que va a buscar a su casa al indispuesto doctor. Tan cruda y romántica como la serie.