«The Jynx» contra «Making a Murderer»: dos enfoques de documentales seriados

Son dos de las series documentales sobre las que más se ha habló el año pasado. Las dos giran en torno a un caso criminal y la supuesta culpabilidad de sus sospechosos. Es difícil adelantar algo de la trama sin desvelar más de la cuenta… pero sólo decir que una es muy recomendable, consigue articular una historia y un final; y la otra se alarga en exceso y termina con un final tan abierto como decepcionante.

La primera, «The Jynx», nos narra en 6 episodios de 45 minutos la historia de un presunto asesino millonario y excéntrico y su relación con el director del documental. Nos enseña las tripas de la investigación: mezcla el making off con el propio documental, y está muy bien editado. Empieza con una anécdota y se desgrana en una trama con final sorpresa. Quizás se echa de menos un último episodio recapitulativo, pero se sostiene sobre unas bases sólidas.

Esa misma es la principal carencia de «Making a Murderer», su insolidez. En este caso el protagonista es un personaje marginal al que el sistema judicial acusa en falso (no adelanto nada que no se explique en los primeros diez minutos), justo al contrario del caso anterior. El millonario de «The Jynx» utiliza su posición y recursos para escapar de su presunta inculpación, mientras que el de «Making a Murderer» se presenta como una víctima del sistema judicial americano. En este último, durante los primeros cuatro episodios la trama engancha y se intuye un final. Los realizadores combinan imágenes de los juicios con el tratamiento de los medios y con entrevistas en exclusiva de padres y familiares. Testimonios directos de gran mérito, fruto de un trabajo de más de diez años.  Demasiado material acumulado que los realizadores no saben seleccionar y con el que montan más de diez horas de documental, difícil de seguir en algunos tramos y sin un final concluyente. Lo peor de todo es que durante todo el documental tan sólo asistimos al testimonio de la defensa, no nos dan los dos puntos de vista de la acusación y no aportan pruebas sólidas que argumenten su postura. Quizás se podría haber solucionado esta falsa subjetividad si los realizadores se hubieran convertido en un personaje más de la trama, como en «The Jynx», pero no es el caso.

Me surgen varias dudas: ¿un documental debe narrar una historia o limitarse a dar fe de unos hechos? ¿El realizador debe borrar sus huellas para buscar la máxima objetividad  o lo más sincero es incorporar en la historia su propia investigación? ¿Los documentales seriados están sobredimensionados? Seguramente sí, pero ¿qué serie de ficción no incluye de vez en cuando un episodio de relleno o recapitulativo?

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