Recuerdo que no podía entender cómo Woody Allen podía rodar una película sin haber decidido el título. Pues ahora lo entiendo perfectamente. Acabé mi novela, la corregí y con las primeras copias de imprenta en las manos todavía tenía mis dudas.
Tenía claro que la novela iba a ir de muertos vivientes, pero sin muertes, ni apocalipsis. Más bien quería hablar del fenómeno zombi llevado al extremo. Mi primer título: «Zombis Resort». No me terminaba de convencer y lo deseché, antes de terminarla de escribir. Años después me alegré porque la publicación habría coincidido con el estreno de «Generación Z» y su ReZort.
Después empecé a pensar en títulos como «Cómo convertirse en zombi (sin morir en el intento)». Era muy descriptivo del argumento y me gustaba la ironía, pero era demasiado largo. No me convencía.
También me gustaba «El Valle de los Vivos Murientes» pero había un álbum de música y un cómic muy similares y la última campaña de Aquarius me habría dejado «muriente» de verdad si lo hubiera escogido.
Cuando terminé el primer borrador el título de la portada era «Zombifícate». Un titulo corto, descriptivo y con un guiño a los imperativos de los anuncios que me gustaba. Pero ya con las pruebas de impresión en la mano, me avisaron que el titulo era muy parecido a la antología «Zombifícalo» y, además, me comentaron con acierto que cualquier título con la palabra «zombi» podría llamar a errores sobre el contenido, ya que ésta no es una novela de muertos vivientes al uso. No quería que los lectores que esperaran una historia de holocausto zombi al uso se llevaran una decepción.
Así que me he pasado las últimas semanas dándole vueltas al asunto y después de pasar por decenas de títulos he encontrado el definitivo «Hazte el muerto».
Espero que os atraiga lo suficiente como para llegar a la sinopsis.
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